Por decisión del Gobierno nacional, la alícuota de retenciones a la soja volvió al 33% y la reacción no se hizo esperar: en Río Cuarto, la ecuación económica directamente se tiñó de rojo. Según un informe de Crea, el negocio sojero dejó de ser rentable en la región. ¿El motivo? Una combinación letal de altísima presión impositiva y precios internacionales por el piso. A esta altura, sembrar parece más un acto de fe que una decisión racional.
El informe advierte que si no se eliminan los derechos de exportación, el cultivo será inviable en el 80% del país. Sí, ocho de cada diez hectáreas podrían quedarse sin sembrar. En vez de incentivar la producción y la inversión en tecnología, el Estado prefiere seguir exprimiendo al campo como si fuese una billetera sin fondo. En regiones alejadas de los puertos como Río Cuarto, la situación es aún más grave: sembrar soja hoy es como pagar por trabajar.
Y eso no es todo. Menos rentabilidad significa menos inversión en fertilizantes, menos tecnología, menos productividad y, por supuesto, menos dólares para el país. Pero mientras la casta política discute en salones refrigerados, el productor que arriesga su capital en cada hectárea se enfrenta a una ecuación perversa: trabajar para el Estado… o dejar el campo en barbecho. Porque en Argentina, producir sigue siendo un acto de resistencia.
