En un giro inesperado —y para muchos, imperdonable— el gobierno de Javier Milei firmó el regreso del impuesto más odiado por el interior productivo: las retenciones. A partir del 1° de julio, el campo volverá a cargar con el peso de una medida que destruye la rentabilidad, castiga al productor y le quita recursos vitales a las provincias. Córdoba, una de las más afectadas, perderá nada menos que 420 millones de dólares, según advirtió la Bolsa de Cereales.
La decisión, oficializada a través del decreto 439/2025 firmado por Milei, Caputo y Francos, revierte la baja temporal que regía para cultivos clave como soja, maíz, girasol y sorgo, mientras que cebada y trigo seguirán con retenciones reducidas hasta marzo de 2026. El golpe al bolsillo del agro es directo y frontal. Una política kirchnerista, ahora ejecutada por un gobierno que prometía eliminar el peso del Estado.
“Un masazo a la confianza”, sentenció el vicepresidente de CRA, Javier Rotondo. No es para menos. El campo, que había puesto sus esperanzas en el cambio de rumbo liberal, ve ahora cómo las viejas recetas se repiten con nuevos rostros. “Pasan los gobiernos, pasan los años, y todos hacen lo mismo”, lamentó el dirigente. La decepción se traduce en números: Córdoba aportará más de un cuarto de lo que el Estado nacional le volverá a exprimir al agro argentino.
