Mientras el Gobierno nacional se jacta de un supuesto «orden económico», la realidad golpea con fuerza brutal: en Río Cuarto ya se perdieron mil puestos de trabajo en el sector comercial. A nivel país, la cifra trepa a los 200 mil empleos destruidos. Pero en los despachos oficiales reina el silencio y la indiferencia, mientras miles de familias caen en la desesperación. ¿Hasta cuándo seguirá esta sangría sin que nadie se haga cargo?
Los comerciantes no venden, los empleados se quedan sin trabajo y el Estado solo aparece para ajustar y recortar. La paritaria reciente, con aumentos que apenas rozan el 1% mensual, es una burla frente a la inflación real que devora los salarios. El modelo económico del gobierno está vaciando las persianas, y cada cierre representa un drama humano que ni las estadísticas oficiales pueden ocultar. Río Cuarto ya lo vive en carne propia.
