En un marco de profunda religiosidad popular, miles de fieles se congregaron este 20 de junio en Sampacho para honrar a la Virgen de la Consolata, patrona del pueblo. Desde distintas localidades de la región, peregrinos llegaron a la Basílica local para unirse a la comunidad sampachense en una jornada cargada de fe, esperanza y peticiones ante la difícil situación económica que atraviesa el país.
El momento más emotivo de la celebración fue a las 15, cuando la imagen de Nuestra Señora de la Consolata salió del templo que lleva su nombre y comenzó la tradicional procesión por las calles del pueblo, acompañada por una multitud.
“La Consolata es la Virgen que consuela al pueblo, como una madre que abraza a sus hijos. Esta fiesta es una verdadera renovación de la fe para toda la comunidad”, expresó el párroco Osvaldo Leone, quien encabezó la ceremonia y coordinó los actos patronales.
La devoción a esta advocación mariana tiene sus raíces en Turín, Italia, donde se encuentra su santuario original. En Sampacho, la imagen llegó en 1908 y desde entonces convoca cada año a fieles de distintas parroquias, que se suman a los habitantes locales en una peregrinación cargada de simbolismo y gratitud.
Portada por 30 hombres, la imagen –que pesa 1.230 kilos– recorrió el pueblo en una manifestación de fe que combinó recogimiento, plegarias y emoción. Desde 1946, el templo fue declarado Santuario y, el 10 de junio de 2023, elevado a la categoría de Basílica, coincidiendo con el 90° aniversario del terremoto que sacudió Sampacho en 1933. Aquel sismo, que provocó importantes daños materiales pero no dejó víctimas fatales, es recordado como un milagro atribuido al manto protector de la Virgen.
La celebración incluyó además una serie de actividades religiosas y comunitarias a lo largo del día. Muchos de los presentes se acercaron con intenciones particulares, en busca de consuelo frente a la angustia que genera la situación económica actual.
La Virgen de la Consolata, también conocida como la “Consolada y Consoladora”, sigue siendo un símbolo de contención y esperanza para miles de creyentes que, año tras año, renuevan su fe en este rincón del sur cordobés.
