El dólar mayorista bajó nuevamente y cerró a $1317,50, completando ocho ruedas en descenso. Sin embargo, lejos de interpretarse como estabilidad genuina, en la City crece la lectura de que esta calma es artificial, sostenida por tasas altísimas y una fuerte absorción de pesos por parte del Banco Central.
La señal más clara de nerviosismo está en los futuros, que sumaron el equivalente a US$164 millones en un solo día, con contratos a fin de mes en $1356. En otras palabras, el mercado apuesta fuerte a una corrección cambiaria inminente, mientras el Gobierno intenta postergar cualquier ajuste antes de las elecciones.
A esto se suma que las reservas netas continúan en niveles críticos y la presión inflacionaria no cede, un cóctel que alimenta las especulaciones de que, en cualquier momento, el dólar oficial podría pegar un salto. En la City, pocos creen que la calma dure mucho más allá de septiembre.
